Mi último novio fue un italiano...era un verdadero amor: caballeroso, pendiente de mí, detallista, churro (realmente...era deli!!). Y además no era el típico italiano bullicioso y buitre que va por ahí detrás de lo que se mueva, sino era super callado y hasta tímido. Bueno, la verdad es que era una gran persona, gran amigo, gran hijo, gran hermano...gran todo. Cuando lo conocí no entendía cómo era posible que semejante espécimen estuviera soltero por ahí. Pero después de un tiempo, empecé a entender el porqué, pues tenía un par de características que definitivamente me impidieron seguir adelante con la relación.
Como yo vivía en Madrid y el en Milán, nos veíamos como cada 2 semanas, cuando uno de los dos viajaba a la ciudad del otro. Así que los problemas de convivencia no se vieron sino hasta pasada una que otra visita. El primer shock que sufrí cuando fui a visitarlo era que, aunque tenía un apartamento súper lindo y tal...su cama era redonda. La verdad fue la primera vez que dormí (es más, que vi) en cama circular. Pero ese shock se logro superar fácilmente, pues al fin y al cabo...terminaba siendo hasta cómoda (un poco guisa, sí, pero bueno....se le pasaba a semejante príncipe).
Lo segundo que empezó a molestar fue su maldito orden. Lo sé, lo reconozco...yo suelo ser un poquito desordenada (bueno, de pronto mucho), pero es que hay extremos. Este señor lograba ser absolutamente obsesivo!! Los zapatos tenían que estar puestos en fila un sitio exacto de la casa y hasta me tocaba quitármelos cuando entraba; no se podía comer nada más allá de la mesa del comedor; no podía preparar nada de comer para no ensuciar la cocina...mejor dicho, freak total! Como será que ni siquiera había estrenado el horno –el cual, claramente, usé y casi daño-. Cuando iba, usualmente me quedaba unos 10 días, pero al segundo ya estaba mi ropa botada por toda la casa, zapatos por todos los rincones, etc. Y aunque el no me decía nada, iba detrás de mí recogiendo mis cosas, lo cual me agobiaba más que si me estuviera regañando por el orden. Ahí ya había una primera incompatibilidad importante, pero en medio del amort del momento, pensé que podía ser llevadera y que hasta me serviría ser un poco mas ordenada.
Entonces empecé a darme cuenta que era psicorrígido no sólo con la limpieza, sino con todo. Tenía que dormirse todos los días antes de las 12 (yo soy absolutamente nocturna y no me duermo antes de la 1am hace muuuuuchos años), por lo que esto era un karma total todas las noches. Para los viajes en tren quería estar media hora antes sentado en su silla (ni hablemos de los viajes en avión), cuando yo casi siempre llego tarde y termino siendo la ultima en subirme (si la logro) al tren, avión o medio de transporte que sea, por lo que también era trauma que fuéramos un poquito tarde. Una vez dejé la puerta de su casa con sólo una de las 2 llaves puestas y casi le da un soponcio (ay pobrecito...es que con la que fue a dar). No podía comer si no era en plato propio y sentado en una mesa, lo cual dificultaba enormemente el deliciosos plan de tapas madrileño, con compartida de plato con todos los de la mesa, vaso, en la calle o lo que sea.
Al principio su español no era muy bueno y mi italiano prácticamente nulo, por lo que nos tocó ponernos a estudiar y practicar los idiomas respectivos (porque su inglés era aún peor que mi italiano...). Así que en una de esas decidí regalarle “El Principito”, para que practicara, y me salió con un:
“Ah, que lindo...un libro para niños”
“PERDON??????????????”
Pero cómo es posible que no sepa quién es Saint Exupéry, ni haya oído hablar de El Principito?? Que demonios les enseñan allá en el colegio?? Así que iba encontrando más incompatibilidades a nuestra ya complicada relación a distancia.
Como buen italiano, era obsesionado con los deportes. Así que cuando salíamos a desayunar yo me compraba el Corriere della Sera, mientras el se leía de arriba abajo su Gazzetta dello Sport (o “biblia rosada”, como él le decía), pero no tenía idea qué demonios pasaba en el mundo entero.
Finalmente debo confesar que lo que realmente me traumó e impidió que siguiera en esta relación fue otra cosa. Y es que llevo viviendo casi 3 años en las europas, pero eso es una costumbre a la cual todavía no logro acostumbrarme: el tema de la bañada. Porqué demonios algunos europeos tienen la maldita costumbre de no bañarse todos los días? Pero...como es posible!! Yo sé..a veces no hay nada mejor que mutar todo el día tibio EN LA CASA o pues pasa que se hizo tarde y no se logró la bañadita...pero que ese se adopte como modus vivendi??? No, no, noooo....eso es imposible!!! Así que el muchacho, con todo y su pulcritud, tenía esa grandiosa manía de bañarse un día si y otro no (a veces 2 no). Ya ahí no lo soporté más, pues aunque no olía mal ni nada, ya me daba un poco de asco la cosa. Y ese fue el acabose.
Así que tomada la decisión, me fui a comunicársela a Milán en persona. Ya con todos los argumentos listos y el speach preparado, me recibe en el aeropuerto y vamos directo a tomarnos algo en el Parco Sempione. Mi cumpleaños había sido unos días antes, por lo que sacó del carro una bolsita y estando en el sitio me la entregó. Yo me emocioné cuando vi que la bolsa era de Pomellato, pues es como el Ferrari de las joyas. Así que abro mi regalo para descubrir que me había regalado una pulsera de la colección
Dodo con unos malditos animales de oro (una tortuga, una mariposa y un gato). Acaso en casi un año no se dio cuenta que yo no me pongo esas cosas y mucho menos pulseras con animales?? Y lo peor es que al pobrecito le debió costar una fortuna darme este zoológico que quién sabe donde tengo guardado.
Leyendo todo esto, no sé como logré durar casi un año con Matteito...pero como amigo sigue siendo la excelente persona de siempre, e inclusive llega hoy de visita por el fin de semana (uy, tengo que ponerme a buscar la maldita pulsera!)...vamos a ver con qué nos sale ahora!